viernes, 27 de junio de 2008

Sombras en la XXX Marcha del Orgullo

Por un mundo donde quepan muchos mundos


Este año el movimiento de las disidencias sexuales (opongo a diversidad sexual, que persigue el reconocimiento de ciertos derechos, el concepto de las disidencias sexuales cuando la crítica a la norma heterosexual trasciende el sexo y el género y es también una crítica social en un sentido más amplio) cumple treinta años de haber salido del clóset en México. ¿Qué ha pasado con la llamada Marcha del Orgullo Gay desde ese entonces?

Historia cual suspiro
El movimiento de las disidencias sexuales se gesta a la sombra de los movimientos obrero y feminista de los siglos XIX y principios del XX. No solo se aprendió de dichos movimientos sino que muchos de los protagonistas del movimiento de las disidencias sexuales se iniciaron y forjaron en aquellos.

Los tres movimientos comparten, en menor o mayor medida, objetivos que son comunes, aunque no siempre de forma evidente: el fin de estructuras opresoras.

Precedidos por el Mayo francés del 68 y, para nosotros, la Matanza del 2 de octubre del 68, en 1969 en Stonewall empieza la migración masiva fuera del clóset del movimiento de las disidencia sexuales, en países occidentalizados. En 1971 hace aparición el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (FHAR) en Francia. En México esperamos hasta el año 1978, cuando hacen aparición contingentes disidentes sexuales en dos marchas particularmente representativas para la izquierda: la del aniversario de la Revolución Cubana el 26 de julio y la conmemorativa de la Matanza del 2 de octubre.

La Marcha en México
Los inicios del movimiento de las disidencias sexuales en México también se encuentran intimamente ligados a los movimientos sociales. Los primeros activistas de las disidencias sexuales en México participan en el movimiento estudiantil del 1968, en las primeras apariciones públicas los años de 1978 y de 1979 se reivindican no sólo exigencias relativas a la sexualidad sino también de otros movimientos sociales y los primeros candidatos homosexuales, una mujer lesbiana y un hombre homosexual, son postulados por el Partido Mexicano de los Trabajadores de Heberto Castillo Martínez.

La aparición de la pandemia del VIH/Sida rompe con los primeros logros y las primeras organizaciones, desmoviliza al movimiento. Harto trabajo nos ha costado, hasta hoy en día, conciliar el activismo y la lucha contra el VIH/Sida en el interior del movimiento de las disidencias sexuales.

La década de los noventas representó un constante crecimiento del movimiento de las diversidades sexuales en todo el mundo, incluyendo México, pero perdiendo gradualmente su carácter disidente. Se han ganado espacios y derechos a pulso. Dichos espacios también dieron lugar al nacimiento del llamado mercado rosa o mercado gay, rápidamente colonizado por empresarios, homosexuales o no homosexuales (al dinero poco le suele importar la orientación/preferencia sexual). A la par, la crítica y las demandas sociales fueron perdiendo visibilidad frente a los derechos, en particular los que ofrecen mayores dividendos (salud, vivienda, seguridad frente al matrimonio gay). Es una constante no solo en México sino en la mayoría de los países occidentalizados.

La Marcha en los últimos años
Las peculiaridades de México se reproducen en su movimiento de las disidencias sexuales: el patrimonialismo principalmente ("este microbús y todo lo que lleva dentro es mío y por eso yo conduzco como se me da la gana"), el cual determina en gran medida la desorganización y la falta de capacidad para ponernos de acuerdo pues ciertas organizaciones y personas (la mayoría) sólo buscan llevar agua a su molino.

La organización de la Marcha, que durante años fue compartida en mayor o menor medida por los colectivos que quisiesen participar, adolecía de esta falta de organización. Con el paso de los años la Marcha se constituyó como parte del mercado rosa.

Esto motivó que un grupo de activistas y empresarios, con el argumento de que era momento de que México profesionalizara su Marcha, de forma unilateral se impusieran frente al resto de los colectivos y se auto-adjudicaran la organización de la Marcha. Dicho grupo se constituyo en lo que conocemos como Comité del Orgullo México, A.C. (Comac). Frente a la desorganización reinante del resto de los colectivos, con una estructura bien definida y apoyo económico, no fue difícil imponerse.

La Marcha es un movimiento social antes que un mercado. La Marcha está constituida antes por aquellas y aquellos que en ella participan que por los empresarios que la usan como escaparate (pues de otra forma no tendrían público). La pregunta es ¿qué esperamos aquellas y aquellos involucrados de nuestra Marcha?

El problema del Comac
Como ya mencioné, la irrupción del Comac fue una imposición. Su argumento de profesionalizar la Marcha bien puede aplicarse a la política en México. México requiere profesionalizar su política, no puede dejarla a los desorganizados y conflictivos partidos políticos, ¿por qué no un golpe de Estado y un régimen de partido único otra vez?

El Comac no responde a los intereses de aquellas y aquellos involucrados en las diversidades y disidencias sexuales. Resulta particularmente curioso que incluso algunos de sus miembros no tienen acceso a sus estatutos, a los resolutivos de sus reuniones ni a sus estados financierosEl Comac es como una caja negra a la que pocos tienen acceso. Así ¿qué intereses tiene en la Marcha?

Más aún, en términos operativos el Comac está sujeto al flujo de dinero, el cual es celosamente administrado por uno de los más representativos empresarios gays.

La XXX Marcha
Este trigésimo aniversario de la Marcha el COMAC afirma que la Marcha debe regresar a los colectivos y debe recuperar sus demandas sociales. ¿Cuáles demandas sociales? Sólo se exigen los derechos de la diversidad sexual haciendo a un lado la historia del movimiento y, más aún, ¿de qué sirve pelear sólo por derechos?

¿De qué sirve pelear sólo por acceso a los servicios de prevención y tratamiento del VIH/Sida y a operaciones de cambio de sexo si el derecho a los servicios de salud, una garantía constitucional y un derecho humano, éstá siendo sistemáticamente privatizado?

¿De qué sirve pelear sólo por el matrimonio entre personas del mismo sexo si en México no existe la igualdad jurídica ni el Estado de Derecho?

¿De qué sirve pelear sólo por el derecho a la no discriminación, un derecho humano, si el Estado viola y violenta sistemáticamente todos los Derechos Humanos?

El próximo sábado 28 de junio un grupo de colectivos universitarios (de universidades públicas como lo son la UNAM, el IPN y la UPN) agrupados en el CUDS (Colectivos Universitarios por las Diversidades Sexuales) marcharemos reivindicando el carácter político, crítico y disidente de la Marcha del Orgullo, reivindicando las demandas sociales en las que el movimiento se gestó, exigiendo el respeto de los Derechos Humanos, el fin del estado policial y represivo, el fin del desmantelamiento del sistema de salud pública y de la educación pública.